jueves, 7 de agosto de 2008

ruido blanco vs alto contraste

No logro dormir la siesta, me despiertan los gritos de la niña jugando en el patio, con los ojos cerrados y la almohada abrazada inútilmente encima de los oídos recuerdo que en el closet o en el cuarto de al lado debe haber un ventilador. Me levanto y lo encuentro, es un ventilador de pie que instalo frente a la cama. Lo enciendo en la velocidad máxima, la corriente de aire generada hace que las persianas golpeteen en la ventana, tengo que volverme a levantar para girar su orientación.

La niña ha dejado de gritar y me sumerjo en una atmósfera sónica suave y sin contrastes. Entre sueños me percato de que ésta es justamente la equivalencia visual del ruido blanco: un panorama de bajo contraste, como una neblina que difumina los contornos de los objetos.

En medio de la neblina, apartado del edificio y sus ruidos, me aparto de la ciudad. Me olvido del mundo por unos minutos.

Nunca hemos vivido enmedio de tanto ruido como en las ciudades de hoy. Incluso aquí en mi oficina escucho los ruidos de los camiones que pasan a cinco casas de distancia en su tránsito desde la Central de Abastos, mientras un avión cruza el cielo atravesándome de oreja a oreja. El ruido blanco es una oportunidad preciosa para apartarse hacia la tranquilidad.

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